Perfil del puesto
Una tarde fresca de setiembre, Cecilia, Gerente de Ventas de una prestigiosa empresa de insumos para hospitales en Perú, ingresó a su comité mensual en forma virtual y al terminar, su cuerpo quedó lleno de un frio profundo, cual tarde de invierno.
A su modo de ver, la exposición sobre la estrategia comercial para su nuevo producto fue clara, pero le llamó la atención que no hubiera preguntas. Esperó, y en la sala sólo silencio. El audio quedó abierto y este fue el inicio de esta historia.
Escuchó como el Gerente de Inversiones recordaba al Comité de Gerencia de forma contundente: “Tenemos que cumplir el perfil de personas que quiere el directorio” y, al darse cuenta que el audio estaba abierto, pidió al equipo de gerentes postergar el tratar dicho tema.
La actitud de la Gerencia y el comentario sobre los perfiles que pedía el directorio le retumbaron; una sensación nueva ingresó a su pecho, cual dardo al cuerpo. Cecilia acababa de cumplir 62 años, su trayectoria comercial era impecable, pero se sentía inquieta porque ese año se habían retirado varias personas de la empresa, justo cuando cumplían los 50 o más años.
Se preguntaba, ¿De qué perfil hablaban? Escribió por whatsapp a su mejor amiga, la Gerente de Operaciones, pero esta no respondió; y en la soledad de su casa, frente a su computadora, sus manos temblorosas sudaban y un torbellino de pensamientos tomaba forma en su mente.
El incidente en el Comité dejó un rastro del inquietante aroma del peligro. Se preguntó si su edad sería motivo suficiente para el despido.
El Invisible
Cecilia recordaría esa tarde en el comité como el momento en que se dio paso a un invasor invisible que surgió con ferocidad, martillando implacablemente en su ser. El dolor que irradiaba de su cuello y las molestias en su estómago eran las huellas visibles de su visita, mientras que una fuerte migraña la atormentó en las horas silenciosas de la madrugada.
El invasor invisible no era un desconocido, muchas veces Cecilia lo había escuchado y confiaba en sus consejos, especialmente cuando había sido el impulsor de estados de ánimo que le permitían tomar riesgos medidos y la hacían sentir segura de sí misma.
Al despertar, pasó revista a lo sucedido; la sola sospecha de que el Comité mencionara los perfiles de puestos generaba que el invisible la tomara de la mano hacia un túnel de incertidumbre para decirle que era momento del retiro, que la empresa había diseñado perfiles diferentes para personas que les fuera muy fácil adaptarse a los cambios digitales y ella no tenía ese perfil.
Su experiencia como líder de equipos y la confianza en sus resultados luchaban para poner freno a lo que el invisible le decía, pero su cuerpo golpeado la llevó a aceptar que él tenía razones muy válidas y, habiendo trabajado toda su vida, tal vez era el momento de aceptar la jubilación.
Pensamientos
Se levantó presurosa para volver al trabajo. Ese día le tocaba estar presente en la oficina. Al llegar se encontró con que había olvidado los lentes, aun así, se preparó para leer los indicadores de los últimos resultados en ventas, pero no podía concentrarse.
Durante el día en la oficina sus pensamientos no dejaban de fluir pensando en cómo hacer frente a los que significaba quedarse sin ingresos fijos y continuar atendiendo su a préstamo hipotecario, todo lo cual, la hacía sentirse poco enfocada en los movimientos de ventas de ese día. Acarició su frente, sintiéndola abrasada por la fiebre. La garganta le ardía y en su interior sus emociones agitadas le pedían paz.
Decidió retirarse temprano a casa, anhelando descansar, pero el peso del silencio la oprimía. No podía compartir con nadie su malestar, temerosa de que eso revelara vulnerabilidad ante sus iguales. Era una lucha silenciosa, una batalla que libraba en solitario, ocultada bajo una máscara de fortaleza, que ella asumía que como líder le correspondía llevar.
Su equipo comercial era su vida, los había visto crecer profesionalmente a lo largo de estos 25 años de servicio, pero también a sus hijos a quienes había abrazado en días festivos junto a sus más leales colaboradores; y las risas, las bromas, los vinos y todas aquellas hermosas emociones compartidas por el simple hecho de encontrarse juntos en un compromiso entregado a la organización. Cecilia dejó correr algunas lágrimas sobre su rostro.
El sonido de mensajes en su celular rompió su silencio. Un email la citaba al día siguiente para una reunión de coordinación. – ¿Reunión de coordinación? – se dijo a sí misma extrañada. Nunca la habían invitado de esa manera, todo parecía indicar que esa reunión pasaría algo no previsto.
La carpeta
Al día siguiente y a la hora indicada, estaba en la oficina del Gerente Comercial, llena de curiosidad y vestida de miedo. Le extrañó ver a la jefe de Recursos Humanos en la puerta. Las conversaciones internas del “invisible” ya le había contado todos los detalles del despido, como que se le hace entrega de una carpeta con una carta de agradecimiento por los servicios prestados y, una propuesta de salida.
No le quedaba más que respirar hondo y se dispuso a imaginar cuál sería su respuesta. Decidió que se opondría a cualquier firma de documento, salvo que la asesorara su abogado. Tampoco aceptaría una liquidación que no compensara sus 25 años en la empresa. Recordaba que el día anterior había ordenado su escritorio, así que sería rápido sacar sus cosas. Se preguntaba ¿estos pensamientos me están ayudando?
La jefe de Recursos Humanos salió de la oficina y los dejó solos, no sin antes decir que si la necesitaban para algo estaría afuera esperando. Estas palabras confirmaban que era claramente un despido.
Y entonces, el Gerente Comercial le entregó una carpeta, que Cecilia recibió con mucha tensión y abrió con manos temblorosas. Se sentía paralizada, quería abandonar ese lugar y el invisible presente, la acompañaba y le recordaba, – ¿qué será de ti?
La conversación
Pero la vida no es como una se la imagina, es como tiene que ser y la diseñamos con nuestras acciones. Cecilia se hizo responsable del momento, recibió la carpeta y lo que encontró ahí fue una propuesta, pero su propia propuesta.
Hacía dos meses Cecilia había redactado un plan para la ampliación de una Sucursal en Méjico y lo que recibió ese día fue un documento con sello de aprobación y un presupuesto para ejecutar el proyecto. Esta vez, firmada por la Gerencia General y por el área de Presupuesto.
– ¡Felicitaciones Cecilia! Estamos muy interesados en que el proyecto de la nueva Sucursal en Méjico se lleve adelante. Necesitamos que contrates al personal para la sucursal. Viajarás en 3 semanas; nuestra jefe de Recursos Humanos te acompañará.
Cecilia reconoció el derrumbe de un castillo construido en su interior con ladrillos tóxicos contaminando sus últimos días.
Lo que pasó después
Cecilia se hizo cargo de no haber reconocido las sombras de negatividad del invisible. Escucharlo sin cuestionarlo alteró su equilibrio emocional, cualidad elemental para que un líder tenga claridad de pensamiento y así fomentar un ambiente de trabajo positivo, tomar decisiones más informadas y construir relaciones efectivas con su equipo. Se preguntaba ¿cómo puedo ser modelo de liderazgo si no gestiono mis miedos?
Buscó información y descubrió que el cuerpo no distingue una imagen real de una imaginaria y que todo ese mundo que inventó eran solo el resultado de pensamientos que rondaron en su cabeza, gracias a un invisible que se activó con juicios sin fundamento.
Sus pensamientos la intoxicaron de cortisol, una hormona que aparece cuando nos sentimos en peligro y estado de alerta y que incluso puede causar pérdida temporal de memoria. ¿sería que no podía compartir con nadie lo que sentía para no mostrar vulnerabilidad?
Cecilia fue consciente de sus pensamientos no realistas y reconoció que el invisible está siempre presente en el interior del ser, pero esta vez aprendió a preguntarle: ¿Esto que me dices para qué me sirve?
La autora es una Coach apasionada por el desarrollo de líderes. La encuentras en IG como @Apertura Coaching_lideres y, en LinkedIn como Elsa Ojeda Maura.