El presidente del capítulo argentino de la International Coaching Federation, José Manuel Estrada, nos acerca esta semana definiciones y reflexiones sobre las prácticas éticas en el Coaching.
Prácticas éticas en el Coaching
Definimos el coaching como un proceso de asociación creativa y estimulante que inspira a nuestros clientes a maximizar su potencial personal y profesional.
Para llevar adelante nuestra profesión, desde la mirada de la International Coaching Federation, nos apoyamos en fuertes cimientos para construir con una base sólida. Esta base se construye y se desarrolla no solo desde un proceso formativo puntual y específico que implica el conocer una técnica o información relativa a competencias o metodologías. Nos comprometemos a un desarrollo profesional continuo que nos abra posibilidades de generar asociaciones con nuevos clientes. Entendemos el coaching como una profesión que genera un alto impacto en nuestros clientes y en la sociedad.
En el estándar 16 de nuestro Código de ética decimos: “Me comprometeré con la excelencia a través del desarrollo continuo personal, profesional y ético”. Esta declaración se condice con varias situaciones que los coaches Profesionales ICF llevan adelante para ofrecer el estándar de oro.
¿Qué implica ser un coach credencializado por ICF?
Cuando un coach ICF logra una credencial (ACC, PCC o MCC), implica que ha transitado un camino de profundización sobre las competencias claves, diferentes requerimientos relativos a la cantidad de horas de práctica profesional (desde 100 hasta 2500hs como mínimo) y que desde allí ha seguido recorriendo caminos de aprendizaje, no de forma exclusiva en cuanto a coaching se refiere, sino también a una variedad de conocimientos que provocan mayor conciencia y madurez en el profesional.
Dichas credenciales, para sostener su vigencia, requieren de la acreditación del aprendizaje para lo cual se estableció un sistema de CCEu´s (Continue Coaching Educatión Units) que se asignan a programas de especialización o a distintos modelos de ofertas educativas de diversa índole enfocadas en nuestras competencias claves.
También forman parte de nuestro sistema la acreditación de otros conocimientos mediante RDu´s (Resource development Units) las cuales responden a procesos de aprendizajes de técnicas o metodologías de soporte. A modo de ejemplo aquí se pueden incluir: cursos o procesos de hipnosis, cursos de psicología positiva, Programación neurolingüística, horas de trabajo académico, investigaciones, horas de clases, lectura de libros, curso de filosofía, mentoría recibida, supervisión, etc.
Al coach ICF se le requiere familiaridad con el código de ética de la ICF y su aplicación para todos los niveles de coaching. Entender y aplicar consistentemente la ética de coaching y los estándares de coaching. Así definimos nuestra primera competencia “Demostrando prácticas éticas”.
Una comunidad profesional con presencia mundial
Como comunidad Internacional de alcance global y representativo, hoy conformamos un espacio de integración, diverso, inclusivo, equitativo e igualitario. El compromiso que asumimos al ser parte de esta comunidad, es el compromiso de llevar adelante nuestra profesión adscribiendo a la Promesa ética del profesional de ICF, donde, de acuerdo con nuestros estándares, reconocemos y aceptamos cumplir con nuestras obligaciones éticas y legales con los clientes, patrocinadores, colegas de coaching y con el público en general.
Prácticas éticas y Confidencialidad
En cuanto sus prácticas éticas profesionales, que un Coach profesional debe observar, me gusta destacar la confidencialidad. Este concepto que en muchas ocasiones se define como evidente, es aquel que más barreras invisibles genera al momento de evaluar un proceso de coaching.
Hay múltiples maneras para que un cliente se acerque a un proceso de coaching.
A modo de ejemplo tomaremos 2 situaciones:
1 – En el primer caso la dirección de una empresa solicita la contratación de un coach o equipo de Coaches dado que considera al coaching como posibilidad para que se colabore con un grupo de la gerencia a conseguir ciertos resultados. En este simple ejemplo, podríamos observar que, si el Coach o equipo de Coaches, en conjunto con la empresa, no trabajaran previo al inicio del proceso en delimitar entre otras cosas, cual es el alcance del proceso, el marco de confidencialidad, que se puede o no compartir acerca de lo que sucede en el proceso, etc., no estarían observando algunos estándares éticos de nuestro código, (Parte 4, Sección I, Estándares 3, 4 y 5) y de esta forma muy probablemente el proceso de coaching no logre la profundidad e impacto que la empresa requiere.
No es la idea prejuzgar que la relación del directorio con su plana gerencial se apoya en la desconfianza y entonces buscamos resguardarnos por un potencial mal uso de la información o resultantes del proceso de coaching. Sino que, por el contrario, nuestro código nos invita a cuidar la relación de todas las partes involucradas en el proceso. Es un llamado a tomar conciencia de las culturas propias de las organizaciones y de las personas en particular, entendiendo que debemos cuidarlas y preservarlas para lograr un ecosistema sano.
2- Si habláramos de casos particulares, de la misma forma estamos invitados a mirar la confidencialidad como un concepto crítico. Un cliente es alguien que está depositando confianza, abriendo, explorando, diseñando, tomando conciencia. Sabernos responsables del impacto a corto, mediano o largo plazo nos permite dar cuenta de que debemos mostrar y evidenciar un interés genuino por quien el otro es y ser sensibles a su identidad, su ambiente, experiencias, valores y creencias. Comprendiendo y ofreciendo en la confidencialidad un tesoro inapreciable para los demás e invaluable para el cliente y el desarrollo profesional sustentable.
