Liderazgo y poder personal son sinónimos.
En ambos casos está en nosotros la elección de cómo utilizarlos o manifestarlos en nuestras vidas, pero me atrevo a declarar que nadie puede decir que “no los tiene”.
Tanto el liderazgo como el poder personal forman parte de nuestra identidad, por presencia u omisión, y haciéndonos responsables de ellos podemos hacer una diferencia en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.
Defino el poder personal como la capacidad de movilizar recursos y hacer una diferencia en el mundo. Por recursos me refiero a todo lo necesario para hacer que las cosas pasen: personas, tiempo, dinero, insumos, ideas, etc.
¿Qué es el Poder Personal?
El poder personal además define un tipo de relación especial, en donde podemos reconocer qué oferta somos en el mundo, cuán alineada está con nuestros valores y ética, y cuánta confianza tenemos en llevarla a cabo. Podría agregar además que hay un reflejo de todo lo anterior en nuestro cuerpo, en la forma en la que nos presentamos y en quiénes somos para otros. También creo que es una gran fuente de inspiración: relacionarse con personas desde el poder personal las inspira a hacer lo mismo, les refleja quienes son ellos en su mejor versión.
Muchas veces en mis sesiones de coaching escucho de mis clientes la frase: “tengo que creérmela”, e inmediatamente les digo: “si tienes que creértela, estás traicionando tu ser. Quien eres es más que suficiente para lograr lo que te propongas. No “te creas nada”, simplemente sé”.
El poder personal también tiene que ver con nuestra dignidad. Y una manera de manifestarla es diciendo que no. El no es una declaración muy poderosa. A través de ella establecemos límites, y decimos lo que no queremos. No decir que no, nos quita libertad, nos priva de elegir y, nuevamente, tanto la libertad como la capacidad de elección forman parte de nuestro poder.
Fuimos educados para agradar
Históricamente fuimos educados para agradar y lo hemos aprendido muy bien. Hoy en día, en el afán de agradar, de desarrollarnos, de integrarnos a diferentes grupos y comunidades, con la intención legítima de pertenecer y ser reconocidos, hemos dejado de valorar nuestra esencia, y silenciamos la voz de nuestra intuición. Allí es donde reside nuestro poder personal: tomar la decisión de re-conectar con nosotros mismos, el valor de enfrentar nuestros miedos a ser inadecuados, diferentes, raros, y empezar a conocer un poco mejor nuestra sombra.
La sombra tiene regalos valiosos para entregar, solo hay que tener el coraje de explorar y escuchar. Tener el valor de desligar el no a los pedidos del no a quienes somos. Huimos del dolor desesperadamente y no nos damos cuenta que en realidad más que miedo al dolor, puede ser el miedo al aprendizaje que nos trae lo que nos espanta. Volviendo a nuestra biología humana, si hay algo que sabemos hacer desde que nacimos, es aprender. ¿Qué nos ha pasado que ahora nos causa tanto temor a veces?
¿Poder Personal o Arrogancia?
Muchos asociamos el poder personal con arrogancia, o juzgamos que aquellos que lo manifiestan pueden estar por encima de los demás. Yo digo que no hay alturas ni arrogancia, se trata de darnos permiso para relacionarnos desde nuestras “grandezas” y cambiar el juego. Sostenernos ahí y mirar la vida sabiendo que podemos, merecemos y valemos la pena. ¿Qué arrogancia puede haber en eso?
Somos seres únicos e irrepetibles, y es en esa unicidad donde cada uno desde si mismo aporta a los demás. Reconocer con humildad los dones que tenemos, expresarlos y usarlos al servicio de otros con amor nos abre un espacio abundante de posibilidades y un juego mucho más grande a todos. ¿Por qué no participar allí?
Mi trabajo como coach consiste en invitar a esa reconexión: con quienes somos realmente, con lo que somos capaces de pensar, sentir y hacer, con nuestra creatividad y nuestros recursos (tan únicos y diferentes como cada uno de nosotros).
Quiero hacer de este mundo un mejor lugar para vivir, y, desde mi poder personal, ofrecer a otros a que hagan lo mismo. Quiero honrar el compromiso que asumí desde el día que elegí este camino: un compromiso inamovible con la grandeza de los seres humanos. Cada persona con la que me relaciono es una oportunidad para llevarlo a la acción, una evidencia de que se puede y una apuesta por un futuro mejor.
Laura Bicondoa es MCC por ICF y Master Coach Ontológico por la AACOP-FICOP