A un elefante pequeño lo sujetaban con una cadena a un árbol para evitar que se alejara de su madre. A medida que iba creciendo, intentaba deshacerse de su anclaje, pero este era superior a su fuerza. Cuando se hizo adulto y fuerte sólo hizo falta atarlo con un hilo de seda. Él se creía atado para siempre.
Este cuento hindú refleja con simpleza lo que son las creencias limitantes. Ideas que nos condicionan en el presente por algo que aprendimos en el pasado.
Los quiero invitar a jugar un poco con la imaginación: si este elefante fuera mi cliente y me pidiera Coaching, es probable que me dijera que lo que quiere lograr es alejarse de su mamá. Yo le preguntaría que es lo que le impide alejarse. Y el me hablaría de todas esas ocasiones cuando lo intentó y la cadena se lo impidió.
Esa cadena hoy ya no existe. Hoy sólo existe un hilo de seda que podría cortar de un solo tirón. Sucede que el sigue creyendo en la cadena. Ya no es una cadena lo que lo está limitando sino la creencia basada en aquellas experiencias.
Ahora quiero invitarte a revisar tus propias “cadenas”. Para ello quiero pedirte que hagas un listado con las personas más importantes e influyentes en tu vida. En esa lista suelen estar los padres, un abuelo, un profesor, un jefe, un colega, un referente, los mejores amigos o gente que admiramos. Quiero contarte que tus creencias son un promedio de lo que ellos dicen de ti.
Recuerda que esa “cadena” que te está limitando no es real. Tu le diste autoridad a todas esas personas para que algunos de ellos hayan generado esa cadena. Arrastramos estructuras y conceptos aprendidos y adquiridos de nuestro entorno o que nosotros mismos creamos con nuestras interpretaciones. Arrastramos esos anclajes y prejuicios que nos bloquean, limitan y nos impiden reconocernos. Es una gran ilusión.
En un proceso de Coaching trabajamos en revisar esas creencias; identificar las emociones que nos generan y las desafiamos para re interpretar aquellos hechos o situaciones que nos dejaron anclados o atados, limitando posibilidades.
Lee También ¿Qué es el Coaching Ontológico?
Ahora te quiero compartir un caso real y concreto. Mis padres se separaron cuando yo tenía cuatro años. Siendo adolescente yo contaba esa circunstancia como una desgracia porque había tenido que padecer situaciones desagradables respecto del modo en que mis padres se relacionaban por aquel entonces. Esa historia me hizo creer que si yo me divorciaba mis hijos iban a atravesar la misma experiencia traumática. Entonces pedí Coaching. En mi sesión pude identificar que mi creencia se sustentaba en una experiencia pasada. Y que no tenía porque repetirse. Eso me permitió diseñar una conversación con la mamá de mis hijos basada en lo que ambos queríamos para este nuevo sistema familiar. Entonces pudimos decirle a nuestros hijos que queríamos tener una mejor relación y que íbamos a probar viviendo en dos casas. Mis hijos se adaptaron muy bien a esta circunstancia. Los vemos felices y sin traumas. Pude romper esas creencias que me angustiaban.
Hoy ya no digo que la separación de mis padres fue una desgracia sino una bendición. Pude reinterpretar esa historia y ver posibilidades que antes no veía.
Espero que esta nota te haya inspirado a revisar tus propias creencias limitantes.