El domingo 23 de octubre me tocó poner en práctica todo lo aprendido y entrenado respecto a la gestión de emociones. Estaba en la radio, en mi rol de locutor comercial, a minutos de comenzar una definición de torneo que resultaría épica, por los condimentos del folclore futbolero argentino.
El tono del locutor es “allá arriba”, “brillante” y “al palo”, acompasando el relato, los comentarios e informes del resto del equipo periodístico.
En ese contexto recibí la noticia del fallecimiento de mi amiga y colega Luana Hervier, sin más información ni detalles sobre los motivos de su partida de este plano. Desconcierto fue el primer sentimiento. Entonces puse el foco en la tarea que tenía por delante. La definición del torneo aportó lo suyo con ribetes cinematográficos para que Boca se consagrara bicampeón del fútbol argentino.
En condiciones normales me hubiera unido a la celebración del campeonato con el equipo periodístico o con mis hijos. Pero una vez que salí de la radio le abrí la puerta a la tristeza que ya estaba ahí esperando. Tocaba aceptar lo impensado e inesperado de perder a una amiga tan querida, tan joven (38 años), tan bella por dentro y por fuera, que supo iluminar y transformar a tantas vidas.
La despedida
En el sepelio había un montón de fotos de ella, una mesa con alimentos orgánicos (muy a lo Luana) y un texto que reconfortó un poco mi dolor. Me lo había compartido un año atrás cuando terminó de escribirlo y nunca imaginé que volvería a leerlo en un cuadro sobre su cajón. Lo leí en Desayunando Coaching, mi transmisión en vivo de los miércoles y cumplo aquí con quienes me lo pidieron por escrito.
El texto Luana lo escribió en 2021 y uno de los primeros borradores me lo compartió en su casa en el Delta del Tigre, la última vez que nos abrazamos en este plano. Hoy puedo apreciar otra belleza en esas palabras.

Hoy Luana esta viva de otro modo. Con el recuerdo fresco de esos abrazos y esa sonrisa encantadora. Hoy está más presente que nunca en mi vida a través de su enorme legado: con su libro, con sus meditaciones, con sus videos en YouTube y sus vivos de Instagram, con sus Cartas para el Amor Propio.
Así fue como pude apreciar la belleza que hay en la muerte física.
Hasta pronto querida amiga. Vuela alto y lejos. Sé que volveremos a abrazarnos en algún otro plano