Creer es crear. Es mi frase de cabecera. Mi favorita y mi norte. Creo que en esta historia que voy a contarles van a comprender el porque.
Durante un cuarto de siglo reflexioné La Palabra de Dios en distintos grupos con quienes nos reuníamos una vez por semana. En ese espacio compartíamos nuestras interpretaciones sobre diversos pasajes de la vida de Jesucristo. Dicho libro recopila los relatos de diversos milagros realizados por Jesús. En todos ellos hay un denominador común: la Fé. Tener Fé es creer; en algo o en alguien. Creer de un modo muy ferviente. Cuando eso sucede ocurre el milagro.
En junio de 2011 mi hijo Pedro estuvo internado diez días en la Terapia Intensiva del Sanatorio Anchorena de Buenos Aires. La primera vez que el médico nos explicó la gravedad del cuadro y nos dio las indicaciones para poder acompañar a nuestro hijo en los momentos permitidos, nos explicó que Pedro podía escucharnos. De modo que podíamos hablarle. En ese momento se me hizo presente eso de que CREER ES CREAR. Entonces interpreté que mi hijo necesitaba CREER que se estaba curando. Para CREAR el mismo su propia cura desde adentro. Así fue como su mamá y yo, cada vez que nos permitían pasar a verlo, además de decirle cuanto lo amábamos le explicábamos que se estaba curando y que muy pronto estaríamos viajando a Disney.
Cuando Pedro empezó a mostrar signos de recuperación y nos anunciaron que pasaría a Terapia Intermedia porque estaba fuera de peligro, el Jefe de la Terapia Intensiva nos confesó que sólo se salva un nene entre cien cuando entran con un cuadro así, con un pulmón y medio tomado. Fuimos protagonistas privilegiados de un auténtico milagro. Y mucho más aún: fuimos co creadores de ese milagro!
Creo que ahora pueden entender mejor porque CREER ES CREAR es mi frase de cabecera. Y también creo que este relato puede ser un buen ejemplo del Poder Generativo del Lenguaje. Deseo de corazón que lo utilicen para ser co creadores de muchísimos milagros.