Por Paz Casas Noblega
Resulta sorprendente constatar cómo en los últimos tiempos, esta disciplina ha sido cuestionada por manejos antiéticos de algunos profesionales del coaching. Por ello, es fundamental analizar cuáles son los sustentos institucionales válidos para el ejercicio riguroso de esta profesión.
Lo primero que se debería considerar son las escuelas de coaching ontológico donde los profesionales se forman, la trayectoria de las mismas y que éstas ofrezcan un sólido rigor conceptual. Además es importante evaluar que dichas instituciones se encuentren avaladas por asociaciones y/o federaciones -de carácter nacional e internacional- para certificar dicho estudio y posteriormente poder ejercer la profesión.
Existen numerosas escuelas de formación a nivel mundial que ofrecen capacitaciones de tres meses a dos años. Una de las más antiguas, con 30 años de trayectoria articulada en más de 10 países, es la Escuela de Coaching Ontológico Rafael Echeverría, fundada por Echeverría y por Alicia Pizarro Domínguez.
Sus diferentes programas proponen una sólida formación conceptual; una plataforma ética que cuida la integridad individual, emocional de los participantes y un enfoque del coaching ontológico basado en el desarrollo personal y empresarial. Sus programas cuentan con el aval de la Federación Internacional de Coaching Ontológico Profesional (FICOP).
Coaching ontológico: práctica ética de la profesión
Además de la formación académica, hay que evaluar el ejercicio ético de la profesión. Alicia Pizarro Domínguez, coach ontológica y CEO de Newfield Consulting a nivel global lo explica: “El coaching ontológico fundamenta su ética profesional en los principios de la Ontología del Lenguaje. Desde esta propuesta se concibe al ser humano como un agente conversacional, que actúa desde interpretaciones que emergen de la combinación del lenguaje, con las emociones y la corporalidad”.
Dichas interpretaciones producen resultados que marcan pautas éticas de convivencia entre las personas y entre ellas con el entorno ecológico. Son las competencias conversacionales, especialmente el poder del lenguaje, las que generan las condiciones en las que se trabaja. Rafael Echeverría hizo una profunda contribución en esta materia, a través de su obra “Ética y coaching ontológico”.
También existen asociaciones que velan por la práctica de la disciplina. La Federación Internacional de Coaching Ontológico Profesional (FICOP), es un organismo que lidera y regula esta disciplina en todo el mundo, con el objetivo de difundir, representar y acompañar a instituciones educativas desde los pilares de la ética, el rigor conceptual y la capacidad de transformación humana y organizacional.
Tal importancia merece la ética en el ejercicio de la profesión, que durante el mes de mayo, la FICOP celebra el mes de la Ética, con el objetivo de darle un lugar protagónico. En ese sentido, Sandra Rozo, presidenta de FICOP, explica: “Celebrar el mes de la ética, es convertir algo implícito de nuestro quehacer en algo explícito y que nuestro mensaje sea conocido esto no solamente por los coaches sino por el público en general. Queremos difundir cuál es nuestro compromiso ético para realizar un buen ejercicio profesional, con el fin de que la sociedad sepa cuál es el deber ser de nuestra profesión y qué puede esperar de nosotros”.
El poder de la transformación
El coaching ontológico es una profesión que provoca una transformación por el tipo de aprendizaje que produce. Se trata de un aprendizaje profundo que modifica las bases interpretativas de cómo cada uno opera en su mundo y con ello, se expande la capacidad de acción, generando nuevas posibilidades.
Pizarro Domínguez, comenta cómo se logra el aprendizaje: “Generamos un hábitat de aprendizaje, multimedio, diverso, que se ajusta a los procesos individuales, y que ofrece una comunidad de crecimiento y desarrollo en colectivo. Nuestra idea es que el futuro coach ontológico, aprenda transformándose a sí mismo, para luego avanzar en el acompañamiento del cambio en otros individuos o equipos desde una plataforma ética rigurosa”.
Es por ello que a la hora de responder a posibles críticas respecto a la calidad profesional de un coach, es fundamental el análisis de la formación de origen, el sustento institucional que lo valida y el ejercicio práctico, ético y responsable del profesional.