Hace unos años, la pregunta sonaba a ciencia ficción. Hoy se escucha en reuniones, podcasts, grupos de WhatsApp y hasta en sesiones de coaching: ¿la inteligencia artificial nos va a reemplazar?
La aparición de modelos como ChatGPT generó una ola de fascinación —y también de temor— en profesionales cuya principal herramienta de trabajo es la palabra. Psicólogos, coaches, terapeutas, consultores… todos nos preguntamos: ¿qué lugar ocupamos cuando una máquina puede dar respuestas rápidas, certeras y redactadas en un tono casi humano?
Esta pregunta merece más que una reacción automática. Merece reflexión.
Y qué mejor momento para abrir ese debate que hoy, 6 de abril, Día del Coach Ontológico, una fecha que nos invita a revisar el rol que ocupamos como facilitadores del aprendizaje, la transformación y el desarrollo del potencial humano.
Porque si hay algo que define al Coaching Ontológico es su mirada: no trabajamos con respuestas, trabajamos con observadores. Y eso, hasta ahora, no se puede automatizar.
¿Qué es lo que realmente ofrecemos?
En mi segundo libro «Palabras que impactan: cómo comunicar tu emprendimiento en la Era Digital», propongo cambiar el foco de la comunicación profesional: dejar de hablar de herramientas, títulos y certificaciones, y empezar a conectar desde la historia, la experiencia y el impacto real que generamos en las personas.
No somos nuestros taladros. Somos los agujeros que ayudamos a abrir.
No vendemos procesos. Prometemos transformación.
Y esa promesa se cumple —o no— en la intimidad de una conversación real, presente, sostenida por la escucha, la confianza y el vínculo humano.
La IA puede hacer muchas cosas. Pero no puede hacer todo.
ChatGPT puede darte ideas, devolverte una técnica de respiración, resumir una sesión o sugerirte ejercicios. Pero no puede mirar tus ojos cuando se quiebran.
No puede sostenerte el silencio.
No puede escuchar lo que no dijiste.
No puede detectar la emoción que vibra detrás de tus palabras.
Y mucho menos, acompañarte en el descubrimiento de quién estás siendo mientras lo decís.
Por eso, más que competir con la IA, la invitación es a redefinir el valor de lo humano.
La era digital exige una marca personal sólida
En un mundo cada vez más automatizado, quienes trabajamos con personas necesitamos una voz propia, un mensaje claro, y una oferta centrada en el cliente. Eso también lo desarrollo en el libro: si no sabés quién sos como profesional, será muy difícil que otros conecten con vos.
Hoy más que nunca, construir una marca personal es construir confianza.
Y la confianza no se terceriza.
Entonces, ¿nos va a reemplazar ChatGPT?
Si creés que tu valor está en tener respuestas… tal vez sí.
Si pensás que tu diferencial son tus títulos… cuidado.
Pero si entendés que tu verdadero poder está en cómo hacés las preguntas, cómo sostenés la presencia, cómo te entrenás en observar, escuchar y estar… entonces no hay reemplazo posible.
La IA llegó para quedarse. Y también para ayudarnos a ser mejores profesionales. Pero nuestro verdadero diferencial seguirá siendo lo que ninguna tecnología puede replicar: nuestra humanidad.
¿Qué opinás vos sobre esto?
¿Te parece que estamos frente a una amenaza o a una oportunidad de evolución?
Te leo en los comentarios.
Este debate no es solo necesario. Es urgente.
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