“La persona más triste del mundo es aquella que tiene vista pero no visión”. Hellen Keller
La visión personal, según Peter Drucker, es lo que hace a los líderes tener dominio personal. Sin visión, no hay dominio personal, y sin dominio personal, no tenemos la capacidad de aprender, de ir más allá de nuestras propias limitaciones.
Peter, en su libro La 5ta Disciplina, considera al dominio personal como una de las 5 disciplinas que hacen a las organizaciones inteligentes, y a éstas las define como aquellas que tienen la capacidad de aprender. Una organización que aprende necesita de individuos que aprendan.
El aprendizaje implica adquirir conocimientos y capacidades que me permitan alcanzar los resultados deseados. Y para llegar a ese lugar, es necesario saber de dónde estoy partiendo y hacia dónde voy.
“Poseer dominio personal significa abordar la vida desde una perspectiva creativa y no reactiva” Peter Drucker.
El dominio personal o el autoconocimiento implica conocerme más, es decir, comienzo a ser consciente de mis fortalezas, debilidades, de mis emociones, de mis estados de ánimo, de mis pensamientos, de mis creencias y de mis valores que motivan mi conducta, y de cómo todo esto impacta en mis resultados (tanto en lo profesional, como en lo familiar o social). Entonces empiezo a establecer una brecha entre mi realidad actual y mi realidad deseada (la cual Drucker llama tensión creativa).
Yendo al plano organizacional, si yo, como líder, encuentro funcional y motivante establecer esta brecha, será el inicio para fomentarla en mi entorno, ya sea pares, colegas o colaboradores de mi equipo. De esta manera, sistémicamente, el crecimiento individual impactará en el crecimiento organizacional.
“Si no estás en proceso de convertirte en la persona que quieres ser, automáticamente estas convirtiéndote en la persona que no deseas ser”. Dale Carnegie.
¿Qué es la visión?
Alejandro Marchesán, en El líder que sirve, la define como un compromiso con un logro que se visualiza y declara antes que suceda. Una gran meta y un conjunto de resultados que, de producirse, harán posible un futuro diferente.
Es una fuerza que está en nuestro corazón, una fuente impresionante de poder. La visión es nuestra brújula, nuestro norte, nos hace mirar hacia adelante, son los sueños bajados a tierra, nos permite expresar nuestras fantasías, sin límites.
La visión es aquella distinción que nos habilita a componer un futuro y no sólo esperar pasivamente su “llegada”. Esta composición es la posibilidad de diseñar el futuro, ya sea personal, colectivo o social.
Una visión no es simplemente una idea. Implica abandonar el viejo paradigma de fijar nuestra atención solamente en las realidades presentes, en lo diario, lo operativo, en “apagar incendios”, que suelen empujarnos hacia el pozo de las pequeñeces culturales, tales como la excusa y la postergación.
Daniel Goleman, autor de Inteligencia Emocional y El líder Resonante Crea Más, dice:
“La tarea que se imponen los líderes hoy es identificar la visión ideal que sirva como guía de sus estrategias, planes y políticas. De esta manera, la organización entera abraza esa visión y comienza a sintonizarse emocionalmente con ella”.
Esta Visión nos permite tener una perspectiva creativa. Porque a partir de la ella, comienzo a diseñar nuevas acciones que antes no existían. Y cuando mis acciones son coherentes con la visión declarada, el resto de la organización se enrolará con mayor facilidad hacia ella. A esto se lo llama visión compartida.
Este compartir de la Visión nos brindará una sensación de pertenencia de grupo, de que estamos implicados en una empresa que nos trasciende, que está más allá de nosotros.
¿Por qué es importante tener una visión?
Nos da el poder de definir nuestro propio destino. Dejamos la victimización y la queja de lado. Le damos sentido a todo lo que hacemos. Yo puedo estar en un trabajo dónde hay cosas que no me agraden demasiado, pero si esas están alineadas hacia dónde quiero ir, mi perspectiva sobre eso cambia, y mi compromiso aumentará.
Cuando hacemos las cosas por hacer, en automático, sin saber a dónde nos van a llevar, caemos en la rutina, el aburrimiento. Por ello es indispensable, si lideramos equipos, explicar el para qué hacemos lo que hacemos, hacia dónde nos llevará, para que los demás conecten con ese sentido, esa visión.
¿Cómo generar una visión?
El primer paso es reflexionar acerca de cuáles son los cambios queremos en nuestra vida, en cualquier ámbito, aquí algunas preguntas que nos pueden orientar:
¿Qué desafíos queremos enfrentar? ¿Cómo me veo en un mes, en un año, en cinco años, que cosas me veo haciendo o me gustaría hacer hasta el último día de mi vida?
¿Quién quiero ser…? Quién quiero ser en mi rol como líder de equipo? Quién quiero ser como padre, como pareja, como hijo, como amigo, como profesional? ¿Cómo quiero que me vean?
Segundo, necesito expresarlo, puede ser en forma verbal, escrito o representado en imágenes. Expresar cuándo estaría sucediendo y en tiempo presente, como si estuviera transcurriendo en este momento. “En diciembre del 2021 estoy liderando un nuevo proyecto con tal y tal persona”.
Que sea en positivo, es decir, que diga “me veo escuchando más a la gente”, y no, “quiero dejar de interrumpir al otro”.
Que dependa de mí. Alcanzar esa visión tiene que depender 100% de mí y no de la decisión de otros.
Y que sea ecológica, que genere un bienestar tanto para mí como para mí entorno.
Tener a “mano” la Visión nos permitirá guíar nuestro día a día, con más conciencia de hacia dónde estoy yendo, y nos servirá como recurso cuando nos desviemos de ella.
Para cerrar, dejo una pregunta que nos facilitará la toma decisiones: ¿Esto que estoy a punto de hacer, me acerca o me aleja de mi visión?
“Las personas no siguen al líder solamente porque tiene buenas aptitudes, sino por la razón de por qué hace lo que hace”. Simon Sinek
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