La Bruja
Es una historia conocida que el viento que impulsó a la fundación del ICP fue a salir al cruce de un juicio de una periodista; ella dijo que Elena Espinal debía de ser bruja, por las cosas que le pasaban a la gente después de que trabajaban con ella. Allí fue donde la decisión fue tomada: “Si una coach es bruja, podríamos crear una escuela de brujos”. Una escuela que forme gente comprometida con el otro y con el futuro, sin precedentes.

El Mago de Oz
Podría haber sido una bruja, un brujo, una maga o un mago. Y allí supe que historias así se explicaban desde hacía muchos años.

En mayo de este año se cumplieron 122 años de la primera edición del Mago de Oz. Su autor fue Frank Baum, aunque para los admiradores de la obra fue un gran suceso cuando años después el personaje se popularizó en el cine gracias a Judy Garland (1939). Desde los ojos y oídos que tenemos hoy, Frank Baum ha sido un visionario.
Dorothy es su personaje central, una niña no conforme con su “realidad”. Fue una niña huérfana de unos 12 años, cuya vida cotidiana la aburría, la ponía de mal humor y se llenaba de respuestas caprichosas. Siempre soñaba con tener en algún momento, una vida diferente y más plena. Cansada de soñar y estar siempre en el mismo lugar, decidió mirar el sueño como una posibilidad, y sintió tanta pasión, que pensó que valía la pena ir por él. Así es que decidió vencer el miedo y se lanzó con su perro Totó y unas pocas ropas. Dejó atrás el orfanato de Kansas donde vivía. Salió temprano en la madrugada, mientras todos dormían, a la búsqueda de una vida de aventuras.
En general, todos tenemos sueños, y la diferencia con Dorothy es que ella salió a cumplirlos. Empacó su miedo junto a sus cosas y se lanzó. Hubo un cambio profundo en su estado de ánimo: cuando el miedo se enfrenta, aparecen preguntas para hacerse y para hacer a otros, así como una relación diferente con el aprendizaje.
Caminó tanto, que se perdió. En esos caminos encontró a la Bruja del Norte, que le indicó que para poder volver y para encontrar el camino de regreso, le recomendaba que consultara al Mago de Oz, un ser que tenía las respuestas para todas las preguntas. También le dijo que, para encontrarlo, debía recorrer un camino de ladrillos amarillos, que la conduciría hasta el castillo donde vivía el mago.
Dorothy preguntó y preguntó, aprendió y aprendió hasta que encontró ese camino amarillo del que le habían hablado, parecía desolado y solitario. No había mucha gente transitándolo, así como no hay tanta gente jugándose por lograr la vida que sueña.
Iba contenta, cantando, para sostener un estado de ánimo que le permitiera ir cada vez más lejos. De repente, sintió unos ruidos raros, casi como pequeños gemidos, un llanto contenido; dejando el camino, se metió en un sembradío siguiendo la voz, y encontró a un espantapájaros que los granjeros habían colgado de un palo para espantar a los cuervos. Dorothy lo escuchó, y comprendió el dolor de este ser que sentía que no tenía un cerebro para pensar. Ella, que siempre estaba dispuesta a dar una mano, buscó crearle una ilusión y le recomendó ir juntos a buscar al Mago de Oz. Ella pediría volver a casa y él podría pedir un cerebro para pensar.
Ya acompañada, cantando y conversando por el camino, escucharon otro ruido extraño: un ruido como de metal que se retorcía… Siguiendo los sonidos y llevados por su curiosidad, encontraron un montón de latón que se retorcía y estiraba, hacía ruido y tercamente seguía con sus movimientos, hasta que empezó a tomar una forma humana. Este cuerpo semejante a un hombre o a una mujer le contó que una bruja lo había transformado y que era incapaz de sentir, porque la malvada le había robado su corazón. No podía amar, no podía ponerse triste, ni tampoco contento, no extrañaba ni gozaba. Le faltaba un corazón. Nuevamente, Dorothy buscó crear una posibilidad y le ofreció – “¡Vamos juntos por el Mago de Oz! El podrá ponerte a ti el corazón que te falta.” Cuando el hombre de lata aceptó, le ayudó a aceitar mínimamente sus articulaciones para que hicieran un poco menos de ruido. Ahora eran tres los que caminaban por el camino amarillo, junto a Totó, que por momentos abría el paso y en otros, se quedaba un poco más atrás.
Mientras más se acercaban a su destino y aún sin saberlo, como siempre pasa, la vida siguió presentando desafíos: La Malvada Bruja del Oeste los atacó, enviándoles animales extraños que aparecían como fantasmas en el paisaje y también cuando cerraban los ojos para dormir. Esa bruja les creaba todos los miedos posibles. Para ahuyentar el miedo iban cantando.
De repente comenzaron a escuchar unos quejidos extraños. Más que quejidos parecían rugidos; luego fueron rugidos aterradores, a medida que se acercaban. No sabían si esos rugidos los hacía un fantasma pues sonaban así de reales en su cabeza. Dorothy nuevamente decidió enfrentar la dura realidad. Comenzó a caminar hacia donde provenían los rugidos. No vayan a pensar que no tenía miedo, ¡tenía mucho! Los gruñidos parecían salir desde atrás de una gran piedra. Pero el animal no salía al ataque. Dorothy fue acercándose con cautela. De golpe, enfrentó a este animal de gran melena: Era un león. El león rugía pero no se movía, y no atacaba. Dorothy le pidió silencio, ya un tanto malhumorada, así como era ella. De golpe, el león comenzó a hablar, y le dijo que por favor no lo lastimara. Dorothy se rió y lo increpó – ¡Cómo un animal tan grande, tan temido, podía pedir que no lo atacaran a él! Dorothy se sentó a su lado y el león comenzó a contarle del miedo tan grande que tenía. Tanto era su temor, que tartamudeaba. ¿Cómo es posible que un animal con tanto poder tuviera un miedo paralizante? A medida que tenían una relación con mayor intimidad, él le cuenta que vivía cazando pequeños ratones porque no se animaba a enfrentar nada que tuviera mayor tamaño. Por supuesto que Dorothy no perdió la oportunidad de enrolar a otro cliente para que juntos fueran a visitar al Mago de Oz.
Así hicieron su camino juntos, hasta llegar a un palacio del que los separaba un gran jardín y unas rejas inmensas. Los guardias les dijeron que el Mago no atendía ese día y Dorothy, envalentonada y determinada, explicó que habían caminado muchísimo, que estaban muy cansados y que le pedían al mago que los recibiera…
Ante el pedido, los hicieron pasar a un gran salón y comenzaron a esperar que ese gran Mago apareciera…. Nunca lo hizo, pero sí apareció una voz que les preguntó qué querían. Dorothy explicó su caso y el de sus amigos.
EL Mago de Oz hizo silencio, pero cuando volvió a hablar, simplemente les dijo que no era él el que podía mostrarles el camino, regalar un cerebro, poner un corazón o quitar el miedo. Que ellos mismos sabían cómo lograrlo, y que ese camino juntos había sido el comienzo para conseguir lo que querían…
Una gran profesión
Les dije al principio del cuento que este Mago podría haber sido un coach…
Todos llegaron allí porque creían que había una posibilidad para lograr lo que buscaban. Todos hicieron lo que nunca habían hecho, todos habían buscado navegar sus estados de ánimo para llegar hasta allí, aún frente a todas las dificultades que se presentaron.
Sin darse cuenta, estaban usando su poder personal, su poder de trabajar en equipo, su capacidad de hacerse preguntas, mantener la posibilidad abierta y descubrir que la magia no la hace nadie afuera, sino que somos capaces de lograr lo que nadie logró o lo que no hemos logrado hasta aquí. La historia de la humanidad está plagada de ejemplos.
Esto hace un coach. No arregla el pasado. Escucha y abre un espacio de intimidad y compromiso para que su cliente logre lo que busca.
Comprende de estados de ánimo, de juegos de poder, de construcción de futuro, y crea una relación de confianza e intimidad para que el otro se escuche y pueda lograr lo que busca.
Por eso existe el ICP. Por eso el coaching hoy es tan requerido en las empresas por los ejecutivos, por los equipos de trabajo, en la educación, en el acompañamiento a personas enfermas, en la política, en la posibilidad del cambio social, en el arte y en el deporte. El coaching apoya al logro y a la realización.
Es una gran profesión. Pero además es un estilo de vida, una manera de vivir relaciones poderosas, de relacionarse con la incertidumbre, el cambio, el aprendizaje.
25 años buscando aprendices de brujos
El ICP busca aprendices de brujos desde hace 25 años, de manera ininterrumpida. Siguió buscando caminos de otros colores y abrió posibilidades para relacionarse y trabajar en cualquier lugar del mundo. Prepara magos que vuelvan a elegir la vida que quieren, y que tengan las habilidades para acompañar a otros en sus sueños. Porque queremos contribuir en la creación de un mundo donde la gente se sienta realizada, donde sienta su valía y siempre esté dispuesta a ir por lo que sueña.
Tal vez, valga la pena que, si sientes que te pareces a alguno de los personajes del cuento, tienes algunos de esos estados de ánimo, tienes un sueño, o quieres que un equipo llegue lejos, te atrevas a comenzar.
Únete al Banquete de Coaching para celebrar los 25 años del ICP junto a nosotros
El próximo 21 de octubre Presscoaching transmitirá EN VIVO desde su Canal de Youtube una nueva edición del Banquete de Coaching. Allí celebraremos junto a colegas, amigos, egresados y parte del equipo docente del ICP. Te invitamos a que te suscribas al Canal de YouTube de Presscoaching y actives la campanita para recibir la notificación en el momento que comienza la transmisión. A través del canal de chat podrás participar junto a nosotros. Tendremos algunas sorpresas. Te esperamos!!!